Cada tanto me fascino con algo, y esta vez es la de contar historias.

Es la herramienta más usada por la humanidad desde cero a uno, y casi a los cuarenta me vengo a dar cuenta que es lo que le da forma a las cosas.

Sos pelotudo porque alguna vez te contaste una hermosa historia que lo sos, y la repetiste tantas veces en tu cabeza, que ahora no caben dudas.

Y así con el genio.

Las historias son las que le han dado forma a nuestra existencia, es la historia del principio y del fin, de nuestra religión, de nuestras andanzas, nuestros viajes astrales, nuestro todo.

La vida terrenal es una colección de historias, somos lo que somos por esas historias.

Que nos dijeron, o te dijiste.

Esta mañana me desperté con ganas de compartir, y hasta me creí  que para hacerlo tengo que saber primero. 

Es una historia más que me he dicho, una y otra vez.

No existe la verdad dicha.

El universo es bipolar. Binario; positivo y negativo; blanco y negro; afuera y adentro. 

Todo existe y no existe a la vez.

El miedo paraliza el crecimiento espiritual verdadero, el coraje la libera.

El infierno fue creado, no para dar miedo, sino para aterrorizar. 

Cuando la decisión no es propia, le damos la oportunidad a otros para decidir por nuestro destino.

Y al fin y al cabo, esa historia que el que te quiere salvar, es una historia que su padre le dijo, y así para atrás como el teléfono descompuesto. 

Dios nos creó a su imagen y semejanza, y sin embargo desde hace más de doble milenia, que seguimos escuchando a otros para encontrar nuestra salvación.

Somos helado de vainilla bañado en chocolate, y creemos que somos chocolate. 

Porque así es como nos conocen.

Y el cambio llega…

De a poco granizado.

De a poco más vainilla.

Nos vimos tanto tiempo chocolate, que vainilla nos da miedo, y los que nos conocen chocolate, ya no nos quieren.

Volverse vainilla es lo más lindo y lo más aterrador, porque a la gente le gusta chocolate.

Y queremos volver a ser chocolate, para agradar.

Vamos y venimos, preguntamos. Vainilla o chocolate?

Y el que NO nos conoce dice, vainilla!

Y el que nos conoce dice, Chocolate!

Y ahí está la línea que divide quién quieres ser.

Dejar todo para ser vainilla pura, o quedarte en el mismo lugar y ser, a veces granizado, aveces chocolate y aveces vainilla.

Para agradar.

Quiero ser vainilla, y a la puta madre el que quiere chocolate.

Camino descalzo, con tacos, con tachuelas, en tachuelas, en pelotas… Es mi historia.

Soy único.

Y este blog era para contar un poco de lo que estoy haciendo, y al final me fui una vez más por las ramas, como mono que cree que las bananas más lindas están más al norte.

Hay una esperanza, y es la eterna búsqueda externa.

No dejes de buscar, no hasta que sepas que hayas encontrado la paz, no por vagancia y darte por vencido, sino porque te encontraste con vos mismo.

Soy lo que soy. 

Soy.

Yos, por las dudas que lo estés leyendo con un espejo.

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